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Cómo se realiza un aborto

Abuso infantil

Nota de prensa que salio publicada en el periodico Página Siete el día domingo 10 de Diciembre de 2017 en la revista Miradas  en la sección Ad Libitum en la página 17

Guery Zabala Gumucio

No es novedoso en la historia de la humanidad el abuso hacia los niños, tampoco lo son los efectos que tales situaciones de violencia desencadenan sobre sus mentes y su adaptación social. Sin embargo, aun cuando determinadas culturas han favorecido, o aun avalado el abandono, los malos tratos y la explotación infantil, hoy es impensable no generar acciones para proteger y prevenir el abuso sexual infantil.

Los niños son seres en desarrollo que no están preparados para poder enfrentar determinadas situaciones de estrés o de violencia, no cuentan con los mecanismos defensivos necesarios como para enfrentar las situaciones de confusión, violencia y mal trato.

El niño es un ser que necesita cuidado, afecto, contención, límites, valores, un lugar dentro de la familia y un lugar dentro de la sociedad. Necesita de adultos que lo ayuden en su crecimiento y que le brinden los recursos indispensables para desenvolverse en la realidad en la que vive.

Si bien se cuenta con muchos manuales, propuestas y herramientas para la prevención del abuso infantil, llama la atención que la mayoría de este material está dirigido ellos como si fueran los que pueden poner un alto al abuso, del cual podrían ser, o son víctimas. Pareciera que los adultos nos olvidamos que los que abusan, en a mayoría de los casos, son hombres. Pero no se realizan campañas de prevención hacia ellos.

Los padres son los responsables de sus hijos, por lo que deben formarlos para que estén conscientes de que absolutamente nadie puede tocar su cuerpo excepto sus padres para cambiarles de ropa, o asearlos (muchos menores son abusados por miembros de su familia y esto significa que el riesgo principal proviene de las personas más cercanas).

Por este aspecto se dificulta la prevención primaria, porque el abuso sucede en casa, con un familiar y no se cuenta con herramientas para decir no abuses de tu hijo, o sobrino. Se sigue tratando al abusador como un enfermo externo a la casa.

Otra forma de reducir los riesgos es conocer a la persona con quien se queda e intentar que puedan ser observado por otros.

Es importante hablar con los niños, ya que la gran mayoría suelen mantener el abuso en secreto. Los abusadores manipulan y confunden para que crean que la culpa es de ellos; o que lo que están haciendo es algo normal o un “juego”. Pueden también amenazar al niño o utilizar el chantaje de que si no cede, le hará daño a otras personas de su familia. Hablar con los niños sobre el abuso, adaptando nuestro diálogo a su edad puede hacer que se elimine la barrera del silencio.

El poder que detenta el adulto contrasta con la vulnerabilidad del niño. Puede defenderse, y obviamente no aceptar, pero al final el uso de la fuerza terminará doblegándolo.

El abuso es generalmente un acto de poder, con la intención de reforzar el estatus dominante del agresor. Por ello, debe informar prioritariamente a los hombres sobre la aceptación y comprensión de que la sexualidad se basa en el placer compartido, la libertad, el respeto, la igualdad y sobre todo la horizontalidad y el consentimiento.

Se debe realizar campañas de comunicación, de socialización y de educación dirigidas a los hombres, sobre la base de las normas sociales que, de manera directa o indirecta, no responsabilizan de sus hechos a los culpables, sino a las víctimas; y en este caso a los más vulnerables.

Está claro que no es la intención disociar a los hombres de su responsabilidad individual, sino que se busca contextualizar sus actitudes y comportamientos, de manera que se pueda comprender sus acciones y poder enfatizar más en acciones de prevención.

Si seguimos haciendo las cosas de la misma manera, los resultados seguirán siendo los mismos, si bien los menores deben saber que nadie puede tocar su cuerpo, es considerablemente más importante educar y formar a los hombres sobre el ejercicio de la sexualidad, sana, placentera y consentida. Se trata, en definitiva, de formar hombres responsables.

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