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Cómo se realiza un aborto

Adicto al sexo ?

Conocida también como hipersexualidad.

Para conocer un poco mas sobre esto se puede consultar

https://es.wikipedia.org/wiki/Hipersexualidad

Nota de prensa publicada en el periodico Página Siete el dia 7 de mayo de 2017 en la revista Miradas en la página 17 en la seccion As Libitum

Guery Zabala Gumucio

La adicción al sexo, también conocida como hipersexualidad, puede generar confusión, ya que no es lo mismo ser sexualmente activo que adicto. Esta dependencia hacia los placeres carnales viene precedida, entre otros comportamientos, por una autoestimulación o masturbación compulsiva, múltiples parejas sexuales en una noche, o varias parejas sexuales a la vez, consumo incesante de pornografía, cibersexo, prostitución, exhibicionismo, voyeurismo e incluso acoso sexual.

La conducta habitual del sexoadicto parte de un impulso incontrolado dirigido a la práctica sexual física y anónima, en un acto breve, frecuentemente poco satisfactorio, que se repite con intervalos variables siempre cortos -entre algunas horas y escasos días- con parejas distintas y sin reparar en los perjuicios de toda índole que tal conducta ocasiona a uno mismo y a su familia.

Se trata de un hábito sexual desvinculado de todo propósito de comunicación y sin el menor atisbo de vivencia amorosa.

La adicción al sexo se aplica a personas que muestran conductas parafílicas, o no, relacionadas con situaciones de riesgo, con una escalada en el tipo de conductas sexuales, con una pérdida de control y con unas consecuencias psicosociales negativas, tales como embarazos no deseados, ruptura de pareja, problemas económicos, laborales y enfermedades de transmisión sexual, incluyendo el VIH.

En los casos de adicción, se concibe el sexo como una forma de solucionar todos los problemas, aliviarse del malestar.

Las conductas sexuales tienen como objetivo reducir la ansiedad y otros afectos disfóricos (por ejemplo, la vergüenza y la depresión). La adicción aumenta con la falta de satisfacción sexual y va unida a la ansiedad y la depresión, donde se confunde el amor con el éxtasis sexual, sintiendo el sexo como la única vía para conseguir gratificación personal y afectiva.

Los adictos tienen una percepción mecánica del sexo, como una cadena de penetración-orgasmo, sin la existencia de preliminares, afecto o ternura.

La adicción al sexo como un comportamiento sexual compulsivo implica una pérdida de control y dependencia, junto con la aparición del síndrome de abstinencia.

Con frecuencia se manifiestan fantasías sexuales a modo de pensamientos obsesivos y un irrefrenable deseo sexual que las conductas impulsivas intentan, sin éxito, saciar. La persona vive por y para su adicción, siendo el sexo un comportamiento autodestructivo.

Estas personas viven en permanente insatisfacción, lo que las encierra en una búsqueda insaciable por librarse del malestar provocado por el objeto de deseo.

Y aunque el adicto al sexo consiga ese objeto de deseo, no queda satisfecho. A los pocos minutos, vuelve a sentirse vacío.

El comportamiento sexual adictivo a menudo está marcado por una "automedicación psicológica” dirigida hacia el alivio de un estado subyacente de incapacidad de disfrutar.

Este trastorno afecta sobre todo a los hombres, por una cuestión educacional y cultural. Aunque los expertos no alcanzan un acuerdo sobre el origen de las adicciones sexuales, sí convienen en que pueden influir ciertas dimensiones de la personalidad, familias tóxicas o desestructuradas, o antecedentes infantiles como abusos, traumas sexuales, rechazos afectivo-eróticos en la adolescencia, y también ciertas situaciones personales como la soledad, vacíos existenciales o una relación de pareja insatisfactoria.

El problema de los sexoadictos no es tanto la intensidad de sus impulsos como la dificultad para controlarlos o la presencia de motivos no sexuales (soledad, alivio del malestar emocional, dependencia emocional). Es ahí donde debe intervenir la terapia.

La motivación para el tratamiento es escasa porque la hipersexualidad se tiende a calificar de vicio, no de enfermedad. Por ello, los sujetos afectados tratan de esconder o minimizar la realidad.

Lo que trae al paciente a la consulta habitualmente es el consumo de alcohol o de cocaína o la depresión. Sólo después aflora la adicción al sexo, que está enmascarada en otros problemas: conflictos familiares, divorcios, etcétera.

La gran mayoría de estas personas no reciben tratamiento, ya que consideran que no tienen ningún tipo de patología. Si tú consideras que estás pasando por esta situación, busca apoyo de especialistas, pues este trastorno, como todos, puede ser tratado.

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